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Principio de Causalidad: Toda acción nace de una causa. Crear consecuencias provocando las causas adecuadas es controlar la propia existencia. El arte de moverse con voluntad en la espiral del caos.

viernes, 6 de julio de 2012

CATEDRALES GOTICAS



Ápices de piedra esculpida con incrustaciones de gemas coloridas, actualmente gozan del prestigio, admiración y veneración en todo el mundo; ¿Quién no siente esa sensación extraña al mirar una de ellas? Es como si transmitieran una mezcla de misterio, paz, y gloria con solo apreciar su estructura; pero a pesar de ese innegable efecto que pueden producir en muchas personas, en nuestros días, solo se piensa en ellas como monumentos esplendorosos producto de la fe hacia Dios. 

Las catedrales, esos templos que se erguieron en  uno de los periodos más oscuros en Europa, y que hasta hoy aún perduran, silenciosas, pero deseosas de que podamos leer en sus cuerpos, la esencia de toda una tradición.  La catedral gótica es la piedra angular en donde se expresan las vidas, creencias, fiestas, temores, injusticias, esperanzas e historias, de un pueblo que decidió moldear su humanidad de forma no planeada, en una ofrenda a los cielos.

Lo que distingue a una catedral gótica

La catedral gótica posee varios elementos que distinguen su estilo arquitectónico; hay que tomar en cuenta que anterior al gótico, las construcciones, incluyendo los edificios religiosos en Europa, provenían del estilo clásico romano, por lo que este, se tomó como base para la nueva forma, modificando ciertos componentes.

Arcos ojivales y bóvedas de crucería

Los arcos, en lugar de constituir una semi-circunferencia, adoptan una deformación llegando a ser puntúos. Estos arcos situados como terminación en la parte superior de los pórticos también son utilizados para formar la estructura que soporta la bóveda o “cielo” de la iglesia, cruzando varios arcos entre sí.

Esta innovación, se debe a razones funcionales, ya que,  los arcos en forma de ojivas soportan mas el peso, distribuyendo la fuerza sobre ellos en una línea vertical que recae en los pilares, lográndose así poder construir bóvedas de piedra y no de madera, además de que ya no se necesitó construir muros tan gruesos para soportar el peso de los materiales sobre ellos, también se lograron abrir grandes espacios para ventanales y pórticos en las paredes, y se podían hacer construcciones de mayor altura.


Imagen 1.

Con esta nueva aplicación parecía que se podía realizar muros tan altos que se podía llegar al cielo, y así lo pensaron los constructores de la época, hasta que se encontraron un problema.
Los arbotantes

La tentación de poder construir iglesias tan altas como para poder estar más cerca de Dios, hizo que no se tardara en elevar muros de gran altura, pero muy pronto otra limitante apareció. A mayor altura sobre el suelo, con más fuerza golpea el viento, y así lo hacía sobre los muros de las construcciones; la solidez horizontal en las alturas que se había logrado superando el empuje gravitacional, no era suficiente, ahora una fuerza vertical golpeando las altas paredes parecía poner límite al ensueño de la arquitectura gótica.

Sin embargo apareció un elemento que terminó siendo característico del estilo gótico. El arbotante es un contrafuerte, que se encuentra en el exterior de las naves, su función es trasladar el peso de las bóvedas hacia ellos, alivianando así el peso sobre los muros. Su forma es de medio arco, este por lo general está ubicado de forma inclinada si funciona como arco exterior de descarga.

El arbotante nace en la base de la bóveda de crucería y se dirige hasta el suelo, apoyado en dicho suelo por un estribo o botarel, en el caso de bóvedas externas. Pero la nave central también posee arbotantes que se extienden hasta los muros laterales.


Imagen 2.

Con la invención del arbotante, se logró reforzar los muros de las construcciones sin tener que engrosarlos o disminuir los espacios abiertos en ellos. Es importante mencionar que el arbotante es un elemento de la arquitectura ojival no por su forma ni su función en sí, más bien lo es porque busca resguardar un elemento gótico, que es la clave para la belleza de sus catedrales: la luz proveniente de los grandes vitrales que se lograron implantar en los muros alivianados.

Pináculos o terminaciones exteriores

El pináculo es una forma de pilar o torrecilla decorativa y que se coloca en la parte superior de los arbotantes (ver Imagen 2), tiene forma piramidal o cónica generalmente. Es como si se buscara siempre alcanzar el cielo hasta el último intento. Estas terminaciones se presentan también en la fachada de muchas catedrales, como culminación de cada uno de sus niveles de altura.

El comienzo de la arquitectura gótica

El arte gótico se desarrolló en la baja edad media de Europa, entre la segunda mitad del siglo XII hasta el siglo XV. Es en este período en el cual nace la burguesía, se abren muchas rutas comerciales con oriente y se desarrollan las cruzadas, por lo que Europa empieza a florecer.
Un antecedente del estilo gótico como tal, fue el implementado en la construcción de los monasterios de la Orden de Cister, formada por San Bernardo en 1112. Se modificó el estilo románico, llegando a utilizar arcos de ojiva. Cabe destacar que la orden de Cister no dio origen por si sola a la arquitectura gótica, pero sus construcciones fueron un punto de partida para los maestros constructores de la época.   

En la construcción de una catedral medieval, había participación de todos los estratos sociales, claro que la iniciativa era religiosa, pero no por ello toda la financiación y elaboración de la obra recaía sobre el obispado o monasterio.

Desde los nobles y reyes, hasta los campesinos y artesanos participaban en el levantamiento de las catedrales. Principalmente el dinero para las obras provenía de los ingresos que generaban los prioratos, monasterios y obispados, como lo eran la renta de tierras, la productividad del ganado y de todos los recursos naturales pertenecientes a una sede religiosa.

También gran parte se obtenía de los regalos, donativos y concesiones que hacían los nobles como muestra de su fe y devoción a la iglesia.

Justamente la iglesia se interesaba en construir catedrales para manifestar su poder religioso, y para extender la fe cristiana, provocando peregrinaciones hasta sus templos, una catedral esplendorosa era la mejor manera de incentivar la fe del fiel, ya que no debía escatimarse en cuanto a las ofrendas a “Dios” se trataba.

Los nobles a su vez, encontraban por medio de donaciones generosas, su salvación del infierno ya que, se les concedía perdón a sus pecados al contribuir a las obras materiales para Dios. Pero no solo estos motivos eminentemente espirituales movían a que los nobles quisieran contribuir a la elaboración de una enorme catedral, los motivos políticos y comerciales tuvieron preponderancia. Una catedral en el Medievo, se convertía en el centro de una ciudad en donde todo se movía a su alrededor, por lo que, una gran actividad comercial se lograba consolidar al tener una sede religiosa. También era una eficiente manera de mantener el control político y militar entre los territorios de su propiedad, el tener una catedral cerca, daba constancia de su fe hacia Dios, lo que le otorgaba prestigio.

En lo referente a la construcción propiamente dicha de la catedral, hay que indicar como toda la población participaba de una u otra manera.

Los trabajadores de piedra (canteros) quienes eran los encargados de escoger el tipo de roca a utilizar para cada parte de la edificación, y quienes moldeaban y le daban la forma tanto a los grandes bloques destinados a los muros y pilares, como los que esculpían las figuras decorativas, estas funciones ya eran una profesión en la época. Los carpinteros, vidrieros, peones; ciertamente la construcción de una catedral era una tarea enorme, que involucraba a gran cantidad de trabajadores de distintos oficios.

Muchas veces, los lugareños comunes acudían también a prestar sus servicios en aras de la obra divina, tal y como lo expone Ken Follett en su novela y obra maestra Los Pilares de la Tierra. Era una gran ocasión poder expurgar pecados a cambio de colaborar a levantar un templo de Dios.

El proyecto para crear una catedral, era sin duda un acontecimiento importante, como se mencionó con anterioridad, las actividades giraban en torno a la construcción. Su levantamiento necesitaba de grandes periodos de tiempo, por lo que los trabajadores debían prácticamente vivir en sus alrededores, y si había trabajadores cerca, los comerciantes estaban cerca, si había comerciantes existía un mercado y con ello mas afluencia de personas compradoras y negociantes. En fin, el lugar se convertía en zona de prosperidad.

Las fiestas del pueblo en las catedrales.

Si se explora un poco más a profundidad las costumbres de antaño, queda al descubierto como en la edad media las catedrales eran centros de reuniones y acontecimientos más que solo para oficios religiosos.  

Muy seguido los juicios y ejecuciones se realizaban frente a las catedrales, en los pueblos pequeños era el mismo prior u sacerdote quienes se encargaban de la condenatoria para los maleantes. Las personas se reunían para apreciar las muertes por hoguera o ahorca frente a la catedral, parecía que castigar a los infractores de la ley frente al pórtico de una catedral, era como hacerlo ante los ojos de Dios, y así recordar a todos los demás obedecer los mandatos divinos.

Pero también las catedrales eran escenario para otro tipo de espectáculos no tan macabros, las fiestas del pueblo, de las cuales muchas eran paganas se realizaban en las catedrales. Como expone  Fullcanelli en su escrito El Misterio de las Catedrales el pueblo se divertía con sátiras religiosas, y obras obscenas, con personajes desnudos  danzando y gritando, así como emulaciones de dioses antiguos del Olimpo y otras creencias, ejemplo de ello eran La Fiesta de los Locos y La fiesta del asno. Todo el fervor y picardía del pueblo se veía reflejado en sus fiestas, y estas chocantes actividades se llevaban a cabo en las catedrales góticas.

  

 
       
      




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