Ápices
de piedra esculpida con incrustaciones de gemas coloridas, actualmente gozan
del prestigio, admiración y veneración en todo el mundo; ¿Quién no siente esa
sensación extraña al mirar una de ellas? Es como si transmitieran una mezcla de
misterio, paz, y gloria con solo apreciar su estructura; pero a pesar de ese
innegable efecto que pueden producir en muchas personas, en nuestros días, solo
se piensa en ellas como monumentos esplendorosos producto de la fe hacia Dios.
Las catedrales,
esos templos que se erguieron en uno de
los periodos más oscuros en Europa, y que hasta hoy aún perduran, silenciosas,
pero deseosas de que podamos leer en sus cuerpos, la esencia de toda una
tradición. La catedral gótica es la
piedra angular en donde se expresan las vidas, creencias, fiestas, temores,
injusticias, esperanzas e historias, de un pueblo que decidió moldear su
humanidad de forma no planeada, en una ofrenda a los cielos.
Lo que distingue a una catedral gótica
La
catedral gótica posee varios elementos que distinguen su estilo arquitectónico;
hay que tomar en cuenta que anterior al gótico, las construcciones, incluyendo
los edificios religiosos en Europa, provenían del estilo clásico romano, por lo
que este, se tomó como base para la nueva forma, modificando ciertos
componentes.
Arcos ojivales y bóvedas de crucería
Los
arcos, en lugar de constituir una semi-circunferencia, adoptan una deformación
llegando a ser puntúos. Estos arcos situados como terminación en la parte
superior de los pórticos también son utilizados para formar la estructura que
soporta la bóveda o “cielo” de la iglesia, cruzando varios arcos entre sí.
Esta
innovación, se debe a razones funcionales, ya que, los arcos en forma de ojivas soportan mas el
peso, distribuyendo la fuerza sobre ellos en una línea vertical que recae en
los pilares, lográndose así poder construir bóvedas de piedra y no de madera,
además de que ya no se necesitó construir muros tan gruesos para soportar el
peso de los materiales sobre ellos, también se lograron abrir grandes espacios
para ventanales y pórticos en las paredes, y se podían hacer construcciones de
mayor altura.
Imagen
1.
Con
esta nueva aplicación parecía que se podía realizar muros tan altos que se
podía llegar al cielo, y así lo pensaron los constructores de la época, hasta
que se encontraron un problema.
Los arbotantes
La
tentación de poder construir iglesias tan altas como para poder estar más cerca
de Dios, hizo que no se tardara en elevar muros de gran altura, pero muy pronto
otra limitante apareció. A mayor altura sobre el suelo, con más fuerza golpea
el viento, y así lo hacía sobre los muros de las construcciones; la solidez
horizontal en las alturas que se había logrado superando el empuje gravitacional,
no era suficiente, ahora una fuerza vertical golpeando las altas paredes
parecía poner límite al ensueño de la arquitectura gótica.
Sin
embargo apareció un elemento que terminó siendo característico del estilo
gótico. El arbotante es un contrafuerte, que se encuentra en el exterior de las
naves, su función es trasladar el peso de las bóvedas hacia ellos, alivianando
así el peso sobre los muros. Su forma es de medio arco, este por lo general está ubicado de
forma inclinada si funciona como arco exterior
de descarga.
El arbotante nace en la base de
la bóveda de crucería y se dirige hasta el suelo, apoyado en dicho suelo por un
estribo o botarel, en el caso de bóvedas externas. Pero la nave central también
posee arbotantes que se extienden hasta los muros laterales.
Imagen 2.
Con la invención del arbotante,
se logró reforzar los muros de las construcciones sin tener que engrosarlos o
disminuir los espacios abiertos en ellos. Es importante mencionar que el
arbotante es un elemento de la arquitectura ojival no por su forma ni su
función en sí, más bien lo es porque busca resguardar un elemento gótico, que
es la clave para la belleza de sus catedrales: la luz proveniente de los
grandes vitrales que se lograron implantar en los muros alivianados.
Pináculos o terminaciones exteriores
El pináculo es una forma de pilar
o torrecilla decorativa y que se coloca en la parte superior de los arbotantes
(ver Imagen 2), tiene forma piramidal o cónica generalmente. Es como si se
buscara siempre alcanzar el cielo hasta el último intento. Estas terminaciones
se presentan también en la fachada de muchas catedrales, como culminación de
cada uno de sus niveles de altura.
El comienzo de la arquitectura gótica
El arte gótico se desarrolló en
la baja edad media de Europa, entre la segunda mitad del siglo XII hasta el
siglo XV. Es en este período en el cual nace la burguesía, se abren muchas
rutas comerciales con oriente y se desarrollan las cruzadas, por lo que Europa
empieza a florecer.
Un antecedente del estilo gótico
como tal, fue el implementado en la construcción de los monasterios de la Orden
de Cister, formada por San Bernardo en 1112. Se modificó el estilo románico,
llegando a utilizar arcos de ojiva. Cabe destacar que la orden de Cister no dio
origen por si sola a la arquitectura gótica, pero sus construcciones fueron un
punto de partida para los maestros constructores de la época.
En la construcción de una
catedral medieval, había participación de todos los estratos sociales, claro
que la iniciativa era religiosa, pero no por ello toda la financiación y
elaboración de la obra recaía sobre el obispado o monasterio.
Desde los nobles y reyes, hasta
los campesinos y artesanos participaban en el levantamiento de las catedrales.
Principalmente el dinero para las obras provenía de los ingresos que generaban
los prioratos, monasterios y obispados, como lo eran la renta de tierras, la
productividad del ganado y de todos los recursos naturales pertenecientes a una
sede religiosa.
También gran parte se obtenía de
los regalos, donativos y concesiones que hacían los nobles como muestra de su
fe y devoción a la iglesia.
Justamente la iglesia se
interesaba en construir catedrales para manifestar su poder religioso, y para
extender la fe cristiana, provocando peregrinaciones hasta sus templos, una
catedral esplendorosa era la mejor manera de incentivar la fe del fiel, ya que
no debía escatimarse en cuanto a las ofrendas a “Dios” se trataba.
Los nobles a su vez, encontraban
por medio de donaciones generosas, su salvación del infierno ya que, se les
concedía perdón a sus pecados al contribuir a las obras materiales para Dios.
Pero no solo estos motivos eminentemente espirituales movían a que los nobles
quisieran contribuir a la elaboración de una enorme catedral, los motivos
políticos y comerciales tuvieron preponderancia. Una catedral en el Medievo, se
convertía en el centro de una ciudad en donde todo se movía a su alrededor, por
lo que, una gran actividad comercial se lograba consolidar al tener una sede
religiosa. También era una eficiente manera de mantener el control político y
militar entre los territorios de su propiedad, el tener una catedral cerca,
daba constancia de su fe hacia Dios, lo que le otorgaba prestigio.
En lo referente a la construcción
propiamente dicha de la catedral, hay que indicar como toda la población
participaba de una u otra manera.
Los trabajadores de piedra
(canteros) quienes eran los encargados de escoger el tipo de roca a utilizar
para cada parte de la edificación, y quienes moldeaban y le daban la forma
tanto a los grandes bloques destinados a los muros y pilares, como los que
esculpían las figuras decorativas, estas funciones ya eran una profesión en la
época. Los carpinteros, vidrieros, peones; ciertamente la construcción de una
catedral era una tarea enorme, que involucraba a gran cantidad de trabajadores
de distintos oficios.
Muchas veces, los lugareños
comunes acudían también a prestar sus servicios en aras de la obra divina, tal
y como lo expone Ken Follett en su novela y obra maestra Los Pilares de la Tierra. Era una gran ocasión poder expurgar pecados a cambio de colaborar
a levantar un templo de Dios.
El proyecto para crear una
catedral, era sin duda un acontecimiento importante, como se mencionó con
anterioridad, las actividades giraban en torno a la construcción. Su
levantamiento necesitaba de grandes periodos de tiempo, por lo que los
trabajadores debían prácticamente vivir en sus alrededores, y si había
trabajadores cerca, los comerciantes estaban cerca, si había comerciantes
existía un mercado y con ello mas afluencia de personas compradoras y
negociantes. En fin, el lugar se convertía en zona de prosperidad.
Las fiestas del pueblo en las catedrales.
Si se explora un poco más a profundidad
las costumbres de antaño, queda al descubierto como en la edad media las
catedrales eran centros de reuniones y acontecimientos más que solo para
oficios religiosos.
Muy seguido los juicios y
ejecuciones se realizaban frente a las catedrales, en los pueblos pequeños era
el mismo prior u sacerdote quienes se encargaban de la condenatoria para los
maleantes. Las personas se reunían para apreciar las muertes por hoguera o
ahorca frente a la catedral, parecía que castigar a los infractores de la ley
frente al pórtico de una catedral, era como hacerlo ante los ojos de Dios, y
así recordar a todos los demás obedecer los mandatos divinos.
Pero también las catedrales eran
escenario para otro tipo de espectáculos no tan macabros, las fiestas del
pueblo, de las cuales muchas eran paganas se realizaban en las catedrales. Como
expone Fullcanelli en su escrito El Misterio de las
Catedrales el pueblo se divertía con sátiras religiosas, y obras obscenas,
con personajes desnudos danzando y
gritando, así como emulaciones de dioses antiguos del Olimpo y otras creencias,
ejemplo de ello eran La Fiesta de los
Locos y La fiesta del asno. Todo
el fervor y picardía del pueblo se veía reflejado en sus fiestas, y estas
chocantes actividades se llevaban a cabo en las catedrales góticas.