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Principio de Causalidad: Toda acción nace de una causa. Crear consecuencias provocando las causas adecuadas es controlar la propia existencia. El arte de moverse con voluntad en la espiral del caos.

miércoles, 11 de enero de 2012

REQUIEM POR LA VIDA


Ese día me levanté temprano, en realidad no pude dormir en toda la noche, así que, al escuchar el cántico de los pájaros decidí levantarme. Al poner los pies en el suelo tuve esa sensación extraña, me fue inevitable, después de todo sería la última vez que podría levantarme.

Para este día pensé mucho en lo que comería, pero, no tenía hambre, no podía tratar de comer. Decidí entonces terminar de leer mi libro, me faltaba poco para darle fin, dejé la conclusión para este día, era Fausto de Goethe, me encanta ese libro, y aunque ya lo había leído antes, quería rememorarlo de nuevo, de alguna forma siempre sentí que mi vida se parecía a la del personaje, quizá por eso quería leerlo otra vez.

Antes de terminar mi lectura, y ya en la temprana tarde, era hora de ver una película, el cine siempre fue uno de mis amores, y no podía dejar pasar la última oportunidad de ver una buena película, después de pensar un poco me di cuenta que volvería a ver El camino a casa, una de las historias más simplemente hermosas que haya visto, es contada de forma tan sencilla que alcanza la perfección.

Nunca antes había sentido que el tiempo avanzara tan implacable, ese viejo tren no se detiene ni en tus últimos momentos. Ya era momento de salir, caminar hasta lo alto de la colina verde y recostarme sobre el gran árbol, solo llevaría conmigo el Fausto y la última canción, desde luego luciría mi mejor atuendo: mi sombrero de copa, mis botines, mi chaleco gris, mi camisa blanca, y mi saco y pantalón negros.

Recostado sobre el tronco del gran árbol, me propuse terminar mi libro, con cada página que pasaba el sol descendía más hacia las montañas

Todo lo que ha ocurrido

es sólo una parábola.

Lo que es inalcanzable

se convierte en suceso.

Lo que es indescriptible

se ha realizado aquí.

Lo eterno-femenino.

nos permite avanzar.

Hice sonar entonces la melancólica melodía, mi última canción, no era un réquiem porque esos son para que las personas que acompañan al muerto le rindan homenaje, pero en ese momento no había nadie a mi lado.

Y así debía ser, porque el íntimo momento para la comunión interna solo se alcanza en soledad. Y en esos últimos momentos la persona debe procurar sentirse parte del Todo.

Madre, padre, hermanos, amigos, mi amada, puedo verlos de la manera más hermosa con el recuerdo de mi corazón, y no con lágrimas y caras feas frente a mí.

Sonaba por última vez la canción del Lilium, y al terminar, el silencio ensordecedor se apoderó del espacio, el sol casi caía, la falta de sonido me dejaba apreciar la melodía de la vida, y no quería cerrar mis ojos, había planeado acabar junto con la luz del día, pero no podía soportar más, algunos piensan que es más digno morir con los ojos cerrados, yo no quise cerrarlos, al fin y al cabo, es la última oportunidad de ver el mundo.